viernes, 13 de noviembre de 2009

Lo absurdo del nombre

Suele ocurrir que las relaciones internacionales a veces están regidas por factores estúpidos, bloqueadas por nimiedades insignificantes; paradas o inexistentes por el distanciamiento de dos partes que no se entienden, y fuera de toda lógica respondiendo, en la mayoría de las ocasiones, a razones nacionalistas. Es el caso del histórico conflicto que mantiene Grecia con Macedonia.

Poco queda de la legendaria Macedonia de Alejandro Magno. Y muchos siglos han pasado desde entonces, años que han transformando el lugar y han re-escrito su historia. Mucho tiempo pasó tras la decadencia griega, y los Balcanes y Grecia se vieron durante siglos subyugados a la feroz doctrina del imperio otomano. La lluvia de países que han salido de la “madre Yugoslavia” dio a luz a la pequeña Macedonia, quien siempre se ha visto en competencia con Grecia por el nombre. Los primeros se aferran a la historia, y los segundos tachan este comportamiento de uso y manipulación histórico. Hoy en día, sólo el 1% del territorio macedonio corresponde con la Macedonia magna.

En 1991 Macedonia proclamó su independencia de Yugoslavia, y desde ese primer momento empezaron las disputas con su nombre. El reconocimiento internacional del nuevo país se vio retrasado por la objeción de Grecia, que reclamaba el símbolo de la bandera y el nombre como elementos helénicos. Fue así como en 1933, en el marco de Naciones Unidas, el pequeño país de los Balcanes tuvo que buscar una solución provisional, que se encontró con la denominación como Antigua República Yugoslava de Macedonia (ARYM), solución provisional que sigue vigente hoy día, cuando sólo 40 estados reconocen al país con su nombre constitucional, República de Macedonia.

Igual de vigente sigue la lucha greco-macedonia. Grecia ahora bloquea las negociaciones de la UE para la posible adhesión de Macedonia por el mismo motivo del nombre.

En este debate también entra Bulgaria, en cuyo territorio hay una población que también tiene el nombre de Macedonia.

En el Parlamento europeo, diversos eurodiputados han mostrado su preocupación al observar que en ARYM se está creando un enfrentamiento desde el gobierno, con discursos nacionalistas y de rencor del primer ministro conservador George Ivanov. Esta retórica nacionalista no hace sino crear fricciones con Bulgaria y Grecia, algo nada bueno para la estabilidad en la región.

Es triste que el debate para la adhesión de Macedonia a la UE se centre en el tema del nombre; primero deberían preocuparse de los problemas internos de corrupción, la independencia del sistema judicial y la poca confianza de los macedonios en el gobierno. Las últimas elecciones, en 2006, apenas salvaron el límite mínimo de participación al rondar éste el 42%.

Por otro lado, los temores griegos son infundados porque ARYM no piensa reclamar la Macedonia griega, tampoco supone ningún peligro para Grecia puesto que ni pertenece a la OTAN y su territorio es cuatro veces más pequeño.

Y por último, cuanto más largo se empeñen en ponerle el nombre, más diremos Macedonia los individuos de a pie. ¿O quién se refiere a Alemania como “República Federal Alemana”?






*A la izquierda, primera bandera macedonia tras su independencia en el 91, que tuvo que modificarse en 1995 como exigencia griega y tras el bloqueo comercial que le impuso el país heleno debido al símbolo que aparece, el Sol de Vergina, que es el elemento central de la Macedonia griega. La versión final de la bandera, a la derecha.

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