martes, 1 de diciembre de 2009

Irak

Desde que en 2003 Estados Unidos decidiera invadir Irak, raro ha sido el día en que no nos hayan llegado noticias sobre las barbaridades y los baños de sangre perpetrados desde que el terrorismo se apoderó del país. Una nueva investigación sobre la Guerra de Irak está teniendo lugar en Londres, y precisamente será Tony Blair quien una vez más tendrá que rendir cuentas sobre sus decisiones. Lo más seguro es que tal investigación no vaya a tener ninguna consecuencia importante, pero mientras sirva para poner en un aprieto a varios sinvergüenzas, bienvenida sea.

Hoy en Irak no puede decirse que se respire democracia a pesar de que hayan despuesto al dictador y haya elecciones, sino que atraviesa un momento crítico: el terrorismo sigue arrasando el país y las políticas de su gobierno, que se supone debe consolidarse, no hacen mucho por la situación de los derechos humanos.

La Unión Europea ha manifestado recientemente su inquietud por el hecho de que al menos 117 personas hayan sido ejecutadas desde mayo este año (aunque el número real posiblemente sea mucho mayor del conocido). Lo peor es que cerca de 900 están en el corredor de la muerte tras haber agotado ya todo recurso legal y lo preocupante es que el gobierno iraquí se esté planteando hacer las ejecuciones públicas.

Los interrogatorios con torturas no se acabaron con la era Hussein, y la pena de muerte sigue siendo una triste realidad.

Los grupos más vulnerables de la sociedad siguen arrinconados, los defensores de los derechos humanos siguen siendo perseguidos, las mujeres acorraladas, especialmente toda aquella que destaque más de lo apropiado, como las funcionarias, abogadas militantes o periodistas.

Las amenazas de grupos insurgentes van dirigidas a todas aquellas que se atrevan a representar a cualquier mujer que tenga la osadía de querer separarse de su marido o a aquellas que facilitan protección a muchachas en situación vulnerable.

Por otro lado, los periodistas son perseguidos y muertos a manos de las milicias y la libertad de expresión es una utopía. Y para colmo, la sensación de impunidad es reinante.

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**En la foto, mezquita de Samarra tras un atentado en 2006. Es difícil encontrar una foto con Irak que no esté relacionada con la guerra.

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