miércoles, 29 de junio de 2011

La UE revisa su Política Europea de Vecindad

En el año 2004, la Comisión Europea presentó un ambicioso proyecto destinado a reforzar las relaciones de la UE con sus vecinos sin que estos acuerdos supusieran una perspectiva de adhesión. Esta política nace del “interés de la UE en estar rodeada por países prósperos y estables, ya que apoyar el desarrollo político y económico de los países vecinos es la mejor garantía de paz, seguridad y prosperidad a largo plazo”.



La Política Europea de Vecindad se basa en “intereses y valores comunes”, según afirmó la Comisión Europea, “como la buena gobernanza, la prosperidad, la estabilidad y la seguridad, la democracia, los derechos humanos y el Estado de derecho”.



Estas buenas intenciones saltaron por los aires con las revueltas vividas la pasada primavera en el mundo árabe, momento en que se cuestionó la legitimidad de los acuerdos de la UE con países como Túnez, Egipto y Libia, sobre todo teniendo en cuenta los objetivos de la Política de Vecindad, que dice literalmente que “la UE concede especial importancia a la celebración de elecciones democráticas libres y justas en los países asociados”. Sí es cierto que Bruselas ha promovido reformas de apoyo en favor de la democratización en Marruecos y Túnez desde 2004, aunque los resultados no han sido visibles debido a la falta de compromiso de las autoridades de estos países.


La “primavera árabe” ha protagonizado la revisión de la Política Europea de Vecindad, cuyas nuevas líneas maestras fueron presentadas a finales del mes de mayo por la Alta Representante de la Unión para la Política Exterior Catherine Ashton. La nueva dimensión de las relaciones de la UE con sus vecinos hace un mayor hincapié en los vecinos del Este. Es aquí cuando entra en juego un nuevo factor: la energía.




La escasez de recursos naturales del Viejo continente hace cada vez mayor la dependencia de países como Rusia, Azerbaiyán o Turkmenistán. La estrategia energética de cara a la próxima década es aumentar el consumo y producción de energías renovables, pero la construcción del gasoducto Nabucco y la necesidad de abastecimiento harán inevitable la construcción de infraestructuras procedentes del Cáucaso, como afirma Kataryzna Pelzcynska del Centre for Eastern Studies.


El Norte de África ha demostrado que regímenes autoritarios como Marruecos o Libia no son garantía de estabilidad, lo que ha servido de lección para apoyar democracias en auge aún débiles. En este sentido, el alineamiento de la UE con los reclamos populares de Egipto, Túnez, Libia o Siria ha sido firme e inequívoco, aunque quizá pecase de prudente en sus primeras manifestaciones.

El Servicio de Acción Exterior de la UE, creado por el Tratado de Lisboa y que refuerza la política exterior de la UE en el mundo, será el encargado de velar por la nueva Política Europea de Vecindad. Hasta 2014, contará con un presupuesto de cerca de 7.000 millones de euros que se utilizarán para financiar proyectos en forma de préstamos que concederá el Banco Europeo de Inversiones y Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo. Según palabras de Ashton, “Con un número tan elevado de nuestros vecinos en proceso de cambio democrático, esta revisión es más importante que nunca”.

Próximos pasos:

*Las propuestas de la Comisión para la futura Política Europea de Vecindad tendrán que ser refrendadas por el Parlamento Europeo y el Consejo.

Los países socios de la Política Europea de Vecindad: Argelia, Armenta, Azerbaiyán, Bielorrusia, Egipto, Georgia, Israel, Jordania, Líbano, Libia, Moldova, Marruecos, Autoridad Palestina, Túnez, Siria y Ucrania.

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